AYUNTAMIENTO DE LA ALGABA
¿EXCELENTÍSIMO O ILUSTRÍSIMO?
AÑO DE 1894, LA ALGABA ILUSTRÍSIMA
Vaya cacao tengo, no sé si el Ayuntamiento de mi pueblo es excelentísimo o ilustrísimo. Quede claro que el titulo de mayor rango o reconocimiento es el de excelentísimo.
Lo ciertos que según la Ley 6/2003, de 9 octubre, de símbolos, tratamientos y registro de las entidades locales de Andalucía, en su artículo 22.1 pareciese disolver toda duda al respecto:
“Las Diputaciones y los Ayuntamientos
de Andalucía recibirán, respectivamente, el tratamiento de «Excelentísima» y
«Excelentísimo». Se respetarán, no obstante, los tratamientos que respondan a
tradiciones reconocidas por disposiciones legales.”
Pero, si bien el ayuntamiento de La Algaba, según lo arriba indicado, es excelentísimo, no es menos cierto que si se respetase el tratamiento que responda a tradiciones reconocidas por disposiciones legales, éste debería de denominarse, tal y como llega haciéndose 129 años, ilustrísimo.
Digo bien, y no yerro, pues siendo Reina Regenta Mª Cristina de Habsburgo-Lorena, su hijo, Alfonso XIII, contaba tan solo con 8 años de edad, presidente del Consejo de Ministros de España, Práxedes Mateo Sagasta, por cierto, fundador del partido liberal, y como ministro de gobernación, Trinitario Ruiz Capdepón, ésta. Mª Cristina, concede el título de ciudad a la villa de La Algaba. O al menos así lo recogería de forma lacónica el diario Noticiero Sevillano de aquel martes 6 de noviembre de 1894 en su apartado “Variedades”.
Y
si bien aquella noticia, esperada por el consistorio de La Algaba, fue acogida
con gran entusiasmo por dicho ayuntamiento, al fin y al cabo era el pago que la persona de Don Pedro
de La Borbolla hacia al pueblo La Algaba. Pueblo que votaba por uno de los dos distritos de la ciudad, más concretamente por el de San Vicente. Pero esta noticia no sentó bien entre los representantes del
partido conservador y monárquico presidido por D. Antonio Cánovas del Castillo a nivel nacional y por D. Tomas Ybarra González.
Tanto fue así que al día siguiente en el periódico de tendencia conservadora de
Sevilla El Porvenir, criticaron tal decisión, por entender que la villa de La
Algaba no tenía méritos suficientes para concederle tal distinción.
La
respuesta del ayuntamiento de La Algaba a través de su alcalde Francisco
Clavijo Torres no se hizo esperar, remitiendo éste una extensa carta al diario
“El Noticiero Sevillano” glosando los motivos que había llevado a la Reina Regente Mª
Cristina a bien firmar la siguiente orden:
“Queriendo
dar una prueba de mi real aprecio á la villa de La Algaba, provincia de
Sevilla, por el aumento de su población y progreso de su agricultura y
comercio, en nombre de mi augusto hijo el rey D. Alfonso XIII, y como reina
regente del reino, vengo a conceder á su ayuntamiento el tratamiento de
ilustrísimo. Dado en palacio á seis de Noviembre de mil ochocientos noventa y
cuatro- María Cristina en el tratamiento de ilustrísimo señor o ilustrísima
señora (Ilmo. Sr., Ilma. Sra.)”
En
cuanto a los méritos que entendía el señor alcalde que justificaba tal
reconocimiento, indicaba los siguientes:
· Contaba con una población de algo más de mil vecinos.
· Tenía un profuso alumbrado público. Efectivamente, un año antes, el 23 de julio de 1893, se había celebró la subasta para dotar de alumbrado con petróleo las calles del pueblo de La Algaba.
· Sus calles estaban bien empedradas.
· Tres eran los serenos encargados de vigilar las calles de noche y regular el alumbrado público.
· Tres guardas de campo.
· Sus correspondientes profesores de instrucción pública, tanto de niños, Juan Antonio Molina Tristán, quien cobraba 1.100 pesetas anuales como de niñas a cargo de Doña Pelegrina Serrano Navarro quien cobraba un sueldo anual de 825 pesetas.
· Un secretario del ayuntamiento.
· Un contador de fondos municipales.
· Dos oficiales.
· Dos médicos-cirujanos titulares: D. Eusebio Torres Cruz y D. Antonio Pastrana Frutos.
· Un farmacéutico, D. Miguel Herrera Bencano que cobraba 999 pesetas nuales.
· Un alguacil.
Por
cierto, sacando pecho el señor alcalde, declaraba que todos ellos son pagados
“religiosamente”.
Y
si fuese poco, añade:
“El ayuntamiento, nada debe a la
Instrucción primaria, nada a la provincia ni a la Hacienda, así ingresó a la
misma en junio 1.127 pesetas por encabezamiento de consumo correspondiente al
ejercicio de 1893 y en las arcas municipales hay fondos para las necesidades
del municipio, satisfechas todas las cuentas hasta el último céntimo.”
Y después de desembolsar todo ese
dinero aun le quedaba un “pósito” nada menos de setenta y cinco mil pesetas en
metálico, toda una fortuna, y que a decir del consistorio era una muestra
franca de “modelo de buena organización”.
La verdad, que aquel año La Algaba, con el gobierno liberal presidiendo las cortes y como valedor al diputado Rodríguez de la Borbolla, quien accedía por primera vez a diputado por Sevilla, hubiese logrado arrancar a las Cortes no sólo el título para su ayuntamiento de Ilustrísimo, sino, y tal vez, eso fuere lo más importante, que el ocho de junio a las seis y media de la tarde, el Congreso aprobase definitivamente que se incluyera en el plan general de carreteras del Estado ,” la carretera por el margen izquierdo del Guadalquivir desde Sevilla, por La Algaba, a la carretera de Lora del Rio a Santiponce”. Tan solo había tardado un mes en ser atendido la deliberación y aprobación. Y con dicha carretera, un puente, que fue anunciado del siguiente modo:
“Cuando
se construya la carretera de Sevilla a La Algaba, cuya concesión gestionó el
señor Borbolla, podrá verse libre de sustos el vecindario de Triana, por donde
no habrá ya necesidad de que pasen con dirección a la capital toros bravos,
destinados al matadero ó al circo taurino. El ganado podrá atravesar el río por
un puente que se tenderá frente a La Algaba, y seguir hasta Sevilla por la
margen izquierda.”
La
Andalucía – 26 de Julio de 1894
Sí
señor, La Algaba bien se merecía por aquel entonces el título de ilustrísima.