jueves, 16 de abril de 2015

FIESTA DE SAN ANTONIO




LA VELA DE SAN ANTONIO 

 AÑOS 50 A 70 DEL SIGLO XX



Son muchos los de mi edad, 50 años, que no sólo han escuchado, sino que recuerdan la Vela de San Antonio. Esta fiesta se hacía coincidir con la onomástica del santo, 13 de junio, se desarrollaba en la calle Manuel Clavijo. Calle conocida popularmente como “San Antonio” y ello porque el Ayuntamiento, a petición del vecindario,  en los años sesenta acuerda levantar en la  pequeña explanada delimitada por la derecha por la calle Guzmán el Bueno y por la izquierda por la hoy denominada 28 de Febrero, un conjunto monumental formado por una fuente coronada con un pequeño templete en donde exponer al culto permanentemente la representación del Fraile Franciscano al que todos los años, con ocasión de la velada, se le alzaba un altar provisional. A ambos lados, exornando la fuente, sendos jardines en forma rectangular separados por un pequeño pasillo que permite contemplar la imagen del santo frontal y lateralmente al estar el templete cerrado con cristaleras transparentes. (1)

Pero, ¿Cuál es el origen de esta velada? ¿Durante cuántos años se montó? , ¿Quién y por qué se organizaba? ¿Cuándo y por qué dejó de Celebrarse?. De ningún dato documental cuento para la redacción de este breve artículo, excepto  del  testimonio de  Doña  Candelaria  y  su  marido Luis  Herrera quienes no sólo fueron testigos de toda la historia de la velada, sino que participaron de forma activa en el desarrollo de la misma.  Así pues, paso a consignar la información que me han aportado:

Sin ser capaces de señalar una fecha exacta del comienzo de la fiesta, calculan que debió de ser a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. El promotor de la velada, Manuel Bazán Romero (2) quien convence a un grupo de jóvenes vinculados a la hermandad de Veracruz , primero, y luego a vecinos de la calle Manuel Clavijo y aledañas a organizar una fiesta en honor de San Antonio.  En el primer grupo se incluían,  entre otros.  Luis, su hermano Juan “el zapatero”, Candelaría, y, por otro, “las Melquiades”, “Las del Zorrito”, “Rocío Espinosa” , “La Niña la López” y “La Niña José”, “Joselito Calvo” , “Las de Epifanio”  y un largo etc..  La duración de la misma, una semana, aquella que incluyese el día 13 de junio.                    

Tenía la velada como centro un pequeño altar donde se exponía, para su culto, una imagen del santo  de Padua. La primera imagen venerada, una de las dos existentes en la Parroquia Nuestra Señora de las Nieves, en concreto la que  actualmente podemos contemplar junto al altar del Corazón de Jesús  en su parte derecha,  siendo Don Idelfonso Cornejo,  cura párroco por aquel entonces, quien la cedió para tal menester. colocada en la base del templete. 
                        


 Francisca Torres Arenas y su sobrino Manuel Torres Molina
                                 Finales de los años 50 
                                                 
No sería esta la única que se utilizaría en la celebración de las veladas, sino que sus organizadores, una vez contaron con presupuesto suficiente, compraron una talla policromada de escayola que se utilizó hasta que el uso terminó por deteriorándola, siendo sustituida por otra modelada por un imaginero aficionado del pueblo, un hermano “del Niño Ana”. 



Talla de escayola - 1972
El niño delante de la San Antonio, Salvador García Calvo


Ésa a su vez daría paso, apenas si hace unos años, a la que actualmente podemos contemplar en la fuente,  costeada  con  la aportación  de los vecinos del pueblo, tal y como reza en una pequeña leyenda troquelada en una placa de metal 



Inma García Rodríguez


De lo anteriormente se comprueba que en la génesis de esta fiesta participa de forma activa tanto el poder civil,  representado por Manuel Bazán, como la Iglesia aprovechando, tal vez, el tirón que ya de por sí poseyera San Antonio, como santo casamentero, o con la intención de fomentar la devoción al santo lisboeta entre las jóvenes solteras del pueblo. Sin olvidar la otra faceta atribuida al santo como intercesor. Cabría también pensar que Manuel Bazán quisiera recuperar el  pasado franciscano del Pueblo, pues no se ha de olvidar los vestigios que aún quedaban tanto en la devoción a la Purísima Concepción de María y en las hermandades de penitencia cuyo origen habría que buscarse en el antiguo convento dedicado a San Francisco de los Ángeles. 


Para el culto al  Santo montaba un altar que se adornaba siempre de macetas aportadas por el vecindario y alrededor del mismo se reproducía una  especie de fuente, cada año distinta según diseño, primero de Bazán,  y luego, tras su muerte, de Moisés Gutiérrez y el “Niño de Pepita”. Siendo siempre los vecinos los encargados tanto de la elaboración de las flores de papel y las guirnaldas que adornaban la calle como del montaje del alumbrado, alumbrado que tomaba la corriente eléctrica de las casas particulares. 

Se puede afirmar que la fiesta de San Antonio era una velada de barrio, organizada por los vecinos de la calle Manuel Clavijo y sus alrededores, sufragada con la contribución de todo el pueblo a través del dinero recogido en rifas, las cuestaciónes por todo el pueblo previa a su  celebración y la  tómbola ya en plena fiesta. La primera tesorera del festejo, “Manolita Piñero”, siendo su tienda de chacina en la plazoleta Orellana la tesoría y centro de reunión para su organización. 
 
Para hacernos una idea de cómo era el “recinto ferial” tenemos que saber que su pavimento dista mucho del adoquinado que hoy podemos observar.  Por el contrario, y hasta los últimos años del Franquismo, era de terrizo y con una pronunciada inclinación, que alcanzando su cota más alta en las confluencias con  las calles Pilar García y  Avd.  de La Libertad, caía hasta alcanzar la más baja, un metro o metro medio menos de la actual, en una explanada que se extendía entre la confluencia  de  la  calle Manuel Clavijo con las calles Guzmán el Bueno  y Manuel Carbonell Carmona. También indicar que, aún cuando hoy nos pudiese parecer poco salubre e incluso, si me apuran, escandaloso para nuestros olfatos,  José Herrera, el “Maleno”, criaba en su casa, sita en el Nº 61 de dicha calle,  a pocos metros del epicentro de la velada, siete vacas lecheras, por lo que en esos días tenía que aligerar los trabajos de retirada de estiércol y acarreo de alimentos para el ganado antes de que comenzase a animarse la velada. Como no podía ser de otra manera, se montaba un pequeño tablado ubicado frente a la casa de “Magdalena la de la Esquina” y “la Niña la López”  en el que tocaba,  ya entrada la noche, una orquesta o una charanga local para  animar al baile a los más jóvenes. No faltaban los puestos de turrón, coco y chufa o los vendedores ambulantes de globos que se recorrían más de cien veces el alumbrado tirando de su ingrávido género. Y aun cuando no había casetas al uso, sí podía observarse como algunas casas del “recinto ferial”  parecían haber ganado una nueva pieza anexada a su fachada, sombrajos que algunos vecinos montaban para la ocasión en los que vivir la fiesta sin que la vivienda sufriese trasiego alguno. Como cierre y colofón a esta fiesta, la correspondiente procesión del Santo, que saliendo de la Parroquía en parihuela portada por los muchachos y acompañado, sobre todo, por muchachas; se encaminaba por calle  García Carranza, Plazoleta Orellana, Pozo, actual 28 de feberero hasta llegar  a  “ carrera oficial”,  la calle Manuel Clavijo, cenit de la procesión donde paseaba bajo  la iluminación de la velada, una vez concluia ésta doblaba por la actual Avd. de la Libertad y  Santa Marta hasta dar a calle Joaquín Herrera Carmona y cogiendo de nuevo José García Carranza llegaba a la Parroquia. 

Según algunos vecinos más jóvenes, y por tanto ya estamos hablando  de los últimos años de la velada, recuerdan que las chiquillas se vestía con blusas largas y blancas con manga de farol y ceñida a la cintura, faldas de lunares hasta los pies, mantón de manila ,la cabeza cubierta con un pañuelo amarrado al cuello y en el que se cogía dos grandes claveles. Los chiquillos llevaban chaquetilla corta y estrecha, con un clavel en la solapa, pantalones oscuros y ajustados, un pañuelo blanco en el cuello y gorra negra o de cuadros en la cabeza. Es decir, se vestían al más puro estilo castizo de chulapas y chulapos. También refieren que en la calle Manuel Carbonell Carmona se montaban las calesitas, un clásico tiovivo con sus caballos, coche de bombero, ambulancia o autobús, etc. y un balance o "los barquitos", con se le conocía entre la chiquilleria, que no era más que una góndola montada en dos bastidores triangulares en forma de barca con seis asientos, dos en cada extremo y otro dos en el medio. El funcionamiento de esta atracción era muy rudimentario: un motor que a través de una correa de transmisión de cuero muy ancha  hacia girar una rueda semejantes a las que  los chiquillos de la época habían visto montadas en las carretillas de mano o los isocarros y que al rozar con la quilla forrada de goma de la góndola imprimía a ésta un movimiento pendular provocando un característico silbido (pisisiuu, pissiuu) que junto a los gritos de las niñas cuando la barca se ponía casi vertical servía de fondo musical.  Por la noche la velada se cerraba con la suelta del toro de fuego, armazón metálico en forma de astado que disparaba elementos pirotécnicos. Una persona, durante muchos años fue Jeromito Mesta, se introducía en su interior  y corría persiguiendo a los asistentes mientras salían chorros de fuego, cohetes de colores disparados hacia arriba y las siempre temidas "culebrinas de fuego", que corriendo por el suelo, echaban muchas chispas sin llegar a estallar nunca buscando  buscar los pies de los asistentes y  obligándoles a correr y saltar para esquivarlas. Así pues,  queda patente por estos últimos testimonios que la velada de San Antonio ya en sus últimos años fue copiando el modo y las formas de la popular verbena de San Antonio de la Florida de Madrid.  




 Y  así,  de esta forma,  se  fue celebrando  durante  al menos dos décadas la velada en honor y gloria de San Antonio hasta que cambios en las formas de relacionarse y divertirse la juventud  dieran paso a la  discoteca como lugar y ocasión de encuentro en donde poder  beber la nueva bebida, el cuba libre,  bailar al son de la música disco, eso sí, ya fuera de las miradas indiscretas de los más mayores. Por tanto, decayó el interés y la participación en esta fiesta.  Pero escuchemos  de boca de Candelaria la explicación que al respecto da y los vestigios que aún hoy perduran  de aquellas celebraciones y manifestaciones en honor de San Antonio:

"En los últimos años, cuando abrieron el baile del Triángulo, las muchachas al llegar San Antonio a la esquina del "Carpintero" (actual confluencia por parte izquierda de la calle Manuel Clavijo con Avda. de la Libertad ) se salían de la procesión y se iban al baile. De esta forma la procesión de San Antonio se recogia sola. Entonces los vecinos hablamos entre nosotros y decidimos primero dejar de hacer la procesión, y luego, como cada vez era menos la gente que venía a la vela, se dejó de hacer. Y al final todo quedó en que nosotros, los vecinos de la calle Pilar García y los más devotos de San Antonio, cada año el día 13 de junio vamos a escucharle su misa. Esta misa la pagaba siempre la "Baita" y cuando ya se murió siguió haciéndola su sobrina que vive en la Torre de la Reina, la de "Josequien"-

El  pueblo tenía, y sigue teniendo, mucha devoción a San Antonio. La fuente, ahora menos, siempre estaba llena de monedas. Trece se echaban como ofrenda bien para conseguir el  favor del santo, sobre todo en asuntos de amor, o bien como agradecimiento por haber concedido lo que se le había pedido. Las primeras monedas eran de 10 céntimos, luego se paso a las pesetas y, por último, a los duros (cinco pesetas). (3)

Los encargados de cuidar a San Antonio, su fuente y sus jardienes siempre hemos sido los vecinos. Se recogia el dinero de la fuente y con él se le compraba a San Antonio las flores y las macetas para adornarlos. La primera en hacerse cargo fue Rocio Espinosa, luego paso el testigo a mi marido Luis, y ya como está muy mayor, a Josefita "la Niña la López"  y su hijo "Miguel de la López"
  
Con este testimonio concluyo este relato sobre la fiesta de San Antonio,  no sin otra intención que dibujar un breve boceto del pasado en la voz de aquellos que la vivido y abierto a ampliar este relato con nuevos testimonios. 


Notas:
 
1.      La actual fuente vino a sustituir a otra ya existente compuesta de una pileta o estanque rectangular en cuyo centro se alzaba una rana de la que salían cuatro chorros de agua. Por las paredes del estanque se distribuían varios surtidores dirigidos a su motivo central. A ambos lados dos naranjos agrios y un banco donde los novios se sentaban a pelar la pava y como luminaria portalámpara con su bombilla incandescente sostenido en un poste de madera. Tenue luz que aportaba este toque mágico de romanticismo  en las oscuras noches de verano.   

2.      Manuel Bazán Romero, hijo del banderillero  de la cuadrilla del torero José García Rodríguez "El Algabeño", José Bazán, fue uno de los máximos representantes del Régimen Franquista en el pueblo de La Algaba. Nombrado el 3 de julio de 1937 por el Gobierno Civil de Burgos, Alférez Provisional de la Milicia Armada, tres días más tarde comenzaría a combatir en el pueblo madrileño de Villanueva de la Cañada en la batalla de Brunete (una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil Española) bajo la Segunda Bandera de la Falange de Sevilla al mando del comandante Miguel Pérez Blázquez. Es capturado por el ejército republicano y liberado dos años más tarde por las tropas de Franco cuando éstas toman Madrid. Hermano Mayor de la Hermandad de Veracruz, Delegado del Sindicato Vertical en La Algaba y copropietario de uno de los cines de verano que llevaba su nombre. Ejercicio la docencia privada aun cuando carecía de titulación. En 1957, y el veinte aniversario de dicha batalla, es elegido presidente de la recién creada Hermandad de la Segunda Bandera de la Falange de Sevilla, ejerciendo dicho cargo durante dos años hasta la elección de la siguiente junta. También fue vocal de la vieja Guardia. Y es condecorado, cuatro meses antes de su muerte, con la medalla de la Orden del Yugo y la Flecha en los actos conmemorativos del treinta y siete aniversario de la batalla de Brunete en Sevilla. A su funeral, celebrado en la parroquia de Nª de las Nieves, acude el Jefe Provincial del Movimiento, y gobernador civil, José Utrera Molina, acompañado de varias jerarquías del Movimiento quienes testimonian su pésame a su viuda doña Belén Cruz Ariza, y a sus hijos, según reza en la necrología editada el día 17 de noviembre de 1964 en el periódico ABC. En dicho visita  se solicitó por una parte de las llamadas por aquel entonces "fuerzas vivas del Pueblo" al gobernador civil permiso para rotular una calle del pueblo en memoria de "Bazán", apodo con el que se le conocía, petición que fue aceptada de buen grado, pero el Ayuntamiento de La Algaba nunca materializó tal solicitud, tal vez por las desavenencias que el finado en los últimos momentos de su vida mantuvo con el Consistorio algabeño. 

3. La tradición de arrojar treces monedas a la fuente de San Antonio procede de la costumbre impuesta por una humilde modista en el Madrid de finales del siglo XIX al  arrojar en el agua bendita de la pila bautismal de la ermita de San Antonio de la Florida  treces alfileres como anticipo de pago o acto de entrega de las arras matrimoniales al santo casamentero por el favor previamente pedido, que no era otro que encontrar un novio. El número de treces no es azaroso, sino que se corresponde,  según la costumbre mozarabe, a la entrega del novio a la novia de una monedas por cada uno de los meses del años, doce, siendo la decimotercera para entregar a los pobres.  



AQUÍ NOS PODEMOS HACER UNA IDEA DE COMO PUDO SER LA VELADA. 

ESTA FOTO FUE TOMADA EN LA PROCESIÓN DE LA PURISIMA CONCEPCIÓN DE MARIA 

EN EL MES DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 2014.



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